Calamari que en el lenguaje indígena significaba cangrejo y que Heredia y sus gentes españolizaron llamándole simplemente Calamar, era el nombre con que los nativos denominaban una aldea situada en el último repliegue de la bahía de Cartagena hacia el norte. Pueblo pajizo con techos que casi llegaban a tierra, rodeado de fuerte empalizada circular y de arboles espinosos coronados de calaveras cuyos habitantes estaban sumidos en secular barbarie, pero también en absoluta libertad.
— descripción de año 1533, año de su fundación por Pedro de Heredia
Sus calles coloniales, su arquitectura española, el colorido de sus fachadas, el clima tropical junto con la alegría contagiosa de su gente hacen de Cartagena de Indias un lugar único. Un lugar con encanto que aúna en un sólo sitio, en un solo instante, el legado de su historia y la vitalidad de sus gentes.
Sus calles del casco antiguo actúan como máquina del tiempo que te transportan a la antigua Corona española. No en vano, durante tiempo fue ciudad portuaria de las más importantes de América. De Cartagena salían las mayores riquezas de la Corona por rutas marítimas que terminaban en los puertos españoles de Cartagena, Cádiz y Sevilla.
También destacan sobre los grabados de sus calles y fachadas los nombres de famosos piratas, corsarios y almirantes. Ingleses como Drake, Vernon, Cote o Hawkins se vinculan estrechamente a la historia de esta ciudad. También, como no podía ser de otra manera, los están los nombres de Blas de Lezo o Sebastián Carlos Suillars de Desnaux. Todos ellos figuras destacadas que dejaron su pegada en las calles de Cartagena y que son protagonistas de los hechos y hazañas de las más relevantes de su época. Una época de esplendor que se prolongó por más de 200 años hasta su decadencia finalizando el siglo XIX.
Así pues, fue en el año 1586 cuando el pirata Francis Drake se presentó frente a Cartagena con una gran escuadra de 23 navíos y unos 3000 hombres veteranos. Él mismo, al frente de su flota, dio asedio y consiguió saquear la ciudad de Cartagena consiguiendo acceso de entrada por la bahía conocida como Boca Grande.

Como consecuencia de este ataque, el rey Felipe II de España ordenó la fortificación del puerto de Cartagena de Indias, su reconstrucción, y el inicio de la construcción del Castillo de San Felipe de Barajas situado sobre el cerro de San Lázaro. Esta fortificación defendería la ciudad amurallada desde su posición elevada al Norte de la ciudad en años venideros haciendo la plaza de facto inexpugnable.
Fue esta construcción defensiva, de hecho, clave años después, en el año 1740, cuando Blas de Lezo organizó la defensa de la ciudad para repeler el ejército invasor británico comandado por el almirante Vernon. Una flota británica que sumaba 2000 cañones dispuestos en casi 180 barcos, entre navíos de tres puentes, navíos de de línea, fragatas, bombardas y buques de transporte, y que transportaba en torno a 30000 combatientes entre marinos, soldados, milicias norteamericanas y esclavos negros macheteros de Jamaica fue enfrentada y repelida por las defensas de la ciudad de Cartagena a cargo de Lezo y en franca minoria.
Esta acción se conoce como el sitio de Cartagena de Indias de año 1741. Las defensas de Cartagena fueron compuesta, según datos que en algún otro momento estuvieron a mi alcance, sólo por 3000 hombres entre tropa regular, milicianos, 600 indios, más marinería y tropa de desembarco de los seis navíos de guerra de los que disponía la ciudad : el Galicia, la nave capitana, el San Felipe, el San Carlos, el África, el Dragón y el Conquistador.
La contienda fue dura y la estrategia de Blas de Lezo se basó en contener al enemigo el mayor tiempo posible, desgastando al enemigo a sabiendas de que el tiempo y la logística contaban a su favor. El desenlace se produjo precisamente en el fracaso de la toma del castillo de San Felipe de Barajas por parte de las tropas de Vernon que, tras tomar algunas de las defensas de la ciudad, el fallaron en el asalto al castillo San Felipe, el último baluarte importante que la defendía. Como resultado, el ejército británico, con gran parte de la tropa enferma, grandes bajas sufridas en los combates y la llegada de la época de lluvias, optó por destruir las defensas a su alcance y desistir del asedio.
Pero es también Cartagena un paraíso natural. Zona privilegiada del Mar Caribe, es su costa está continuamente salpicada de islas, cayos y pequeños paraísos. Su costa es, además, respetada por los huracanes tropicales siendo visitable durante los 365 del año.